Archivo Histórico
de Travesías
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Travesia:
San Guillermo - Rio de la Sal


Fechas: del 11 al 13 de Marzo de 2005
Provincias visitadas: La Rioja, San Juan



Vehiculos: Hilux Limited
Defender 110
Escrito por:
Dante Garavaglia
Fotos por: Todos


Corría diciembre y ya estaban Pablo Iñones (PAI) y Javier Pla (Delta I) intentando coordinar fechas para hacer una travesía largamente soñada: atravesar la reserva de San Guillermo en sentido N-S, entrando al Río de la Sal por Macho Muerto para salir a Rodeo (San Juan).

Entre complicaciones laborales y familiares, y luego de varios cambios de copilotos, el intento pudo concretarse recién el viernes 11 de marzo. La fecha no era ideal, porque dado que algunas partes del recorrido se harían a más de 5.000 metros de altura, la proximidad del otoño aumentaba la probabilidad de tener mal clima, pero de todas maneras decidimos intentarlo.

Integrantes:
Javier Pla – Gusti– Cujo Pla (Toyota Hilux)
Pablo Iñones – Dante Garavaglia (Defe 110 “Caripán”)

A las 6:30 am partimos de Buenos Aires, llenos de ilusiones y bostezos. Estábamos claramente necesitados de desenchufe: mientras inflábamos las cubiertas antes de salir a la ruta, el PAI estuvo cerca de boxearse a un remisero que pretendió quitarle la manguera de aire.

Luego de un arduo día de ruta atravesamos la Cuesta de Miranda y llegamos a Vinchina (La Rioja) a las 21:30 hs. Nos alojamos en el Hotel Corona del Inca, lugar limpio, cómodo y barato ($40 la habitación doble, triple o cuádruple, con desayuno incluido). Cenamos en el comedero de Lita (su único mérito es ser el único del pueblo)

 


y nos acostamos temprano, preparándonos para el día siguiente, que sería muy exigente, ya que tendríamos que pasar de 1.200 a 5.300 msnm en pocas horas.

Zarpamos antes del amanecer (6:15 hs)


y las primeras luces nos alcanzaron llegando al refugio El Peñón (3.800 msnm), donde nos encontramos con un grupo de ciclistas que habían pasado la noche allí y nos comentaron que el clima había sido bueno durante varios días. Continuamos el ascenso sin ma yo res inconvenientes por la ruta 76

 

pasando por el refugio “Laguna Brava” ubicado a 4.400 msnm. A esas alturas la temperatura había descendido mucho y comenzaba a soplar un viento considerable, pero no alarmante.



Nos desviamos del camino con rumbo N, tomando la huella de ascenso a Corona del Inca, y marchamos sin problemas entre paisajes imponentes, por laderas de formación volcánica que no ofrecían ma yo res complicaciones. Cuando habíamos recorrido unos 25 kms y nos encontrábamos aproximadamente a 4.800 msnm el terreno se volvió de piedra filosa y la To yo tuvo un pinchazo, por lo cual hicimos un rápido cambio de rueda bajo el viento “fresquito”



y continuamos ascendiendo.



Siguieron 10 kms algo trabados por las piedras, pasando eventualmente por manchones de nieve.



Al superar los 5.000 msnm, cuando atacamos la ladera del volcán rumbo a la cima, el viento se convirtió en viento blanco



y fue volviéndose más denso a medida que ascendíamos: a 5.200 msnm, faltando sólo 5 kms para alcanzar la cima, la visibilidad era cercana a cero, al punto que cuando To yo de Javier, que iba abriendo camino, se encajó al quebrarse la capa de hielo bajo sus ruedas



Tuvimos inconvenientes para localizarla desde el Caripán, estando a 20 metros de distancia ¡Parecía la película “El día después de mañana” pero sin Harrison Ford y, peor todavía, sin Emmy Rossum! Luego de un malacatazo rápido volvimos a los vehículos y decidimos regresar.



La bajada fue un poco más complicada que la subida gracias al simpático viento blanco, que se empeñaba en no dejarnos ver. Por segunda vez quedó colgada la To yo scout



y después de algunos intentos conseguimos desencajarla.




Cuando llegamos nuevamente al refugio sobre el camino, la tormenta estaba en su apogeo y nosotros en decadencia: la altura, el frío, el madrugón y las corridas por la montaña nos habían dejado listos para una siesta, una rica comida caliente y una buena sesión de masajes (tuvimos que conformarnos con la siesta solamente). El único que estaba cómodo era Cujo, el temible perro de peluche de Delta I, que por supuesto no había colaborado en las maniobras de rescate.

Intentamos continuar con rumbo O hacia el campamento de Vialmani, donde sabíamos que podríamos encontrar refugio y un taller bien equipado para arreglar la cubierta, pero las condiciones de visibilidad eran pésimas, por lo cual optamos por regresar al refugio El Peñón navegando a ciegas y cantando canciones noruegas para darnos ánimos, hacer noche allí (en el refugio, no en Noruega) y reintentar el paso al día siguiente, si el clima mejoraba.



El domingo amaneció frío pero despejado. Durante el desayuno hubo un acalorado debate acerca de si debíamos intentar el mismo camino del día anterior o probar una ruta alternativa paralela, ubicada unos 10 kms hacia el Este, que terminaba en el mismo lugar pero ofrecía menos dificultad (y por ende menos diversión) por estar a menor altura. Delta I era de la idea de intentar la ruta alta, PAI prefería la más baja, Gusti opinaba que Peter North tiene mejor técnica actoral que Ron Jeremy, y yo aproveché la confusión para zamparme un paquete entero de Melba sin convidar. Finalmente encaramos de nuevo por el camino alto, con la consigna de regresar si la nieve acumulada complicaba la cosa. Delta I puso un disco de cumbia y partimos.

Nuestra primera escala fue el refugio El Tapadito, llamado así porque hay a su lado una tumba semicubierta (la palabra correcta es túmulo, aprovechemos para ampliar el vocabulario de los lectores, qué tanto). Entre las piedras puede distinguirse el esqueleto de un infortunado señor que encontró el eterno reposo en esas alturas. Dejamos unas botellas de agua para los ciclistas que subirían más tarde y continuamos el ascenso.



Un par de horas después llegamos al campamento de Vialmani y en pocos minutos pudimos emparchar la rueda. Delta I nos comentó que le ardían mucho los ojos (los tenía tan irritados que parecía un conejo de angora), se puso cuanta gota llevábamos en los botiquines y abandonamos el camino para encarar hacia Macho Muerto por una huella minera y luego a campo traviesa.

A medida que avanzábamos hacia el S la temperatura fue subiendo, el paisaje se hizo más imponente. Pasamos por la famosa confluencia de los rios negro y amarillo.



Siguiendo con el derroche de colores, los ojos de Delta I se fueron enrojeciendo e hinchando más y más. Lagrimeaba copiosamente abrazado a su peluche, y no conseguíamos consolarlo ni siquiera contándole casos de ciegos exitosos como Mr. Magoo, Homero o Borges. “¡La justicia es ciega, y todos dicen que no funciona!”, objetaba.



Al llegar al pluviómetro de Macho Muerto (14 hs), Delta I nos dijo con lágrimas en los ojos (a esa altura ya no parecían ojos sino más bien dos ciruelas maduras) que no podía seguir, por lo cual debíamos optar entre dejarlo abandonado en la montaña o llevarlo de regreso a la civilización para que lo atendiera un médico.

No sin cierto debate se impuso la segunda alternativa, y emprendimos el regreso cantando canciones de Stevie Wonder.



Al regreso, al menos pudimos fotografiar el hermoso paisaje que antes habíamos transitado de noche o entre viento blanco.



A las 19:30 hs entrábamos nuevamente en Vinchina. Íbamos sucios y derrotados, dejando a nuestro paso un reguero de lágrimas (todas de Delta I). Parecíamos náufragos de tierra. Un asco, bah.

Después de una escala en el hospital y otra en la farmacia, nos alojamos nuevamente en el Corona Del Inca Spa & Resort y concurrimos, ante la absoluta ausencia de alternativas, al comedero de Lita, que más que alimentación provee flagelación. Durante la cena Delta I se mostró alegre y distendido, incluso abrió los ojos en un par de ocasiones. Pero le pedimos que los mantuviera cerrados, porque eran un espectáculo no recomendable para la mesa.

El lunes por la mañana emprendimos el regreso, y luego de algunas escalas fotográficas en la Cuesta del Miranda y las habituales recargas de combustible llegamos a Buenos Aires a eso de la una de la mañana.






La principal conclusión de esta apasionante experiencia es que además de high lift, malacate, ropa de abrigo y combustible extra, a ciertas travesías es conveniente llevar gotitas para la conjuntivitis, y la rep%$&%$##$%.

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