Los que viajamos fuimos:

Diego Levy y Loli (SW4 Blanca)
Pablo Perez e Isa (SW4 Perlada)
Gaby Villario (Overfilt) y Tiqui (SW4 Perlada)
Javier Pla y Paula (Hilux Limited Perlada)
Sergio Solari y Selene (Hilux Azul)
Carlos Correia y Silvia. (Hilux Blanca)
Andres G.,Gazz y Cancunen (Hilux Plateada)

 

La idea de la salida era conocer los puntos más interesantes de la zona central y sur de misiones. Además, era necesario darles una salida de paseo a las chicas, que estóicamente se venían bancando salidas largas o viajes de hombres solos como el del Domuyo en Noviembre del año pasado.

Armamos un recorrido que incluía visita al Salto del Moconá (que estaba por encima de los 13 metros de altura!), paseo por la selva, descanso en la Posada La Bonita (Le hace todos los honores a su nombre), visita a la reserva aborigen de YEYI y un paso por la escuela N° 140 de misiones para dejar unas donaciones que aportaron en su gran mayoría los integrantes de la familia Levy. Además, visitaríamos el Salto Encantado, el parque Cueva Yaguareté y de ser posible, las ruinas de San Ignacio.

El punto de encuentro era en El Soberbio el día miércoles 16/4 a las 15 hs. De allí, continuamos por ripio en caravana hasta la Posada La Bonita. La llegada a la posada es simplemente increíble, y se pone aún más interesante cuando se apagan los motores de las chatas y se escucha la fuerza con la que cae el agua contra las piedras en la parte de abajo del salto.

Desensillamos en La Bonita a las 16:30 y nos acomodamos en las cabañas donde pasaríamos las próximas dos noches. Visitamos la cascada y algunos hasta se animaron a una zambullida... Cena a las 21 hs y sobremesa hasta tarde, ya que al otro día pensábamos disfrutar de La Bonita y sus instalaciones, antes de salir hacia el Moconá.

Al día siguiente partimos a las 11 am hacia el este tratando de alcanzar la ruta N° 21 que nos llevaría al Salto del Moconá. Esperábamos un trayecto de poca dificultad por la ausencia de barro, pero las primeras huellas de tractor enlentecieron el paso debido a las constantes colgadas de las chatas.

El primer inconveniente "grave" fue el detectar grasa en el piso, proveniente de la SW4 de Diego Levy (Gracias a la atenta mirada de Sergio Solari). Una inspección ocular mostró el daño sufrido por el fuelle de cremallera de dirección, que fue reparado en un rato, utilizando preservativos, precintos, un plásico de polietileno y la fabulosa Silver Tape (Nunca salga sin ella!).

Avanzamos a un paso muy lento, y fue necesario que bajarse en varias oportunidades para abrirnos paso a machete limpio, ya que la vegetación había invadido totalmente el camino que pensábamos tomar y ni hablar de los árboles caídos que tuvimos que mover para avanzar. Interesante era el vadeo del río Paraíso, que por suerte estaba bastante bajo.

Pasado este vadeo, ya entrados en territorio inexplorado, Javier Pla quedó totalmente colgado de una huella de tractor. Tamaña fue su sorpresa cuando el paraíso al cual había anclado la eslinga para tirar con el malacate cedió ante la fuerza y cayó tapando totalmente el camino. Un rato más de laburo y a seguir avanzando.

Llegamos a la ruta 21 con mucho retraso y avanzamos hasta el salto del Moconá. Lamentablemente, durante la mañana se había descompuesto la lancha que realiza los paseos hasta el salto, así que decidimos caminar un rato por la zona, y encarar el regreso para disfrutar del lechon que nos esperaba en la posada. Superprime entonces, hasta llegar, con algo de emoción y mucha tierra, debido a la sequía de más de 20 dias.

Disfrutamos el lechón y el vino, mientras celebrábamos el 4° aniversario de casados de Pablo Perez e Isabel Magnasco, y vitoreábamos el logro obtenido ese día, de unir por primera vez la ruta 15 y la ruta 21! (La búsquda del Confluence tendrá que esperar un tiempo, aunque estuvimos a escasos 1800 mts, pero fue imposible seguir)

El viernes 18/4 partimos temprano para llevar las donaciones hasta la escuela, momento en el cual, el ruego de los que pedían lluvia se hizo escuchar... y de que manera! Llovió realmente mucho... un montón.

Avanzamos con cautela y llegamos hasta la reserva YEYI. Desde allí pensábamos ir hasta Piñalito por la ruta 15 pero equivocamos un desvío, y llegamos hasta la entrada de la Reserva de Biósfera Yabotí, donde terminaba el camino. La parte difícil fue regresar, ya que el agua caía como en el diluvio universal, y nos costó más de 4 horas entre maniobras, malacate y pala para poder volver a subir un tramo de 500 metros con las 7 chatas.

Llenos de barro hasta la nuca y muy cansados, decidimos abortar el plan de Piñalito y nos dirigimos directo por asfalto hacia Puerto Rico – Capioví, donde pasaríamos la noche. Al día siguiente nos esperaba un
recorrido por areas forestadas, con la grata compañía de Julio Benitez Chapo quién claramente supo leer nuestros deseos de practicar algo de Off Road y conocer lugares interesantes, hacia los cuales no dudó en llevarnos.

Primero ingresamos en una plantación de Pino Paraná, donde nos encontraríamos con su propietario para intentar pasar los obstáculos más complicados de la propiedad. Pasamos casi todos sin problemas, salvo una tremenda pendiente, donde nos faltaban 4 metros para llegar arriba, pero no había cubiertas suficientes para tan patinoso terreno.

Luego hicimos vadeos de más de 70 cm de profundidad, tramos por dentro de varios arroyos y ríos, dentro de una porción del famoso Corredor Verde. Hubo desafíos para todos, y hasta lugares donde el propio Julio nunca había podido pasar sin salir a malacate... y nosotros no quisimos hacerlo sentir mal, por lo que decidimos quedarnos igual de encajados que él... por cortesía vio? (Los únicos que pasaron fueron Gaby y Pablo, en un acto de descortesíá total hacia nuestro anfitirón, quién se preguntaba como una SW4 pasaba por donde él no podía con el Defe y sus cubiertas STU...)

Finalmente, nos hizo ingresar en un arroyo de unos 50 cm y tres metros de ancho, donde a penas pasaban las chatas, y cuyo aspecto visual era lo más parecido a Laos, Camboya o quizás Viet-Nam. No era posible caminar
dentro de la selva por la tremenda densidad de la vegetación, ni siquiera repartiendo machetazos...

Salimos de este lugar y almorzamos a las 3 de la tarde del sábado en el Salto Encantado. Luego de una cordial despedida (con programa de TV y todo...) partimos hacia Santo Tomé para hacer noche y regresar tranquilos el domingo.

La verdad que esta salida fue una experiencia única, encontrándonos por primera vez abriendo caminos, o intentando seguir tracks que algunos nos habían pasado. Gracias a todos los que tiraron datos para esta salida, y en especial al Colo quién nos tentó de entrada con un breve relato de La Bonita, de su ubicación y su espectacularidad.

TOYOTA ADVENTURE TEAM