Archivo Histórico
de Travesías
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Travesia: De Merlo al Avion de Co. Champaqui

Fechas: del 9 al 11 de Octubre
Provincias visitadas: San Luis, Cordoba



Vehiculos: Jeep, Defender 90,
Unimog, MB GD240
Escrito por:
Pepe Comesaña
Fotos por: Todos



Merlo al Avion del Champaqui – Por Pepe Comesaña

Como ustedes saben, casi nunca escribí en el foro en serio. Lo utilice como café de reunión virtual, en donde la mayoría de las veces venia a hinchar las bolas. Por ahí se perdió un poco esa onda, a algunos le molestaba, un poco falta de tiempo, otro de fiaca, el nacimiento de un foro en el que pongo esa parte de mí, bue no sé, varias cosas. Pero este post, es un homenaje, un relato de la travesía que hicimos, y por ultimo una reflexión para nosotros mismos.

Bueno, como ya saben hicimos un recorrido que estaba pendiente para mucha gente, que fue unir el camino de Merlo, Lutti con Yacanto de Calamuchita, por el filo de la sierra de los comechingones, en sentido sur-norte y pasando por el avión del cerro linderos. Si esto lo lográbamos como dijo Rómulo, ya se podía hacer todo desde Tanti hasta Alpa Corral por la montaña..

Usamos el formato del resto de los viajes. Mandamos los jeep’s por mosquito, salimos en micro el viernes a la noche, donde dormimos y a las 7:00 del sábado estábamos fresquitos en Merlo, como diría F.Rubio “con los corceles esperándonos.”

Para la guiada y exploración contratamos como en viajes anteriores a Sergio Lega en cuatri y a su fiel acompañante Alejandro en moto. Dos cordobeses pingazos, que lamentablemente no tienen todos los patitos alineados. Ellos también se ocuparon de llevar dos regios corderos para los asados nocturnos. Por complicaciones de los caminos, y el acople de la doble de la Ranger de Sergio les tuvimos que esperar un par de horas, en la estación de servicio acordada.

Fuimos hasta el mirador de Merlo foto de rigor, acoplamos los cubos y comenzó el rock and roll a los pocos km.

 


Fuimos de la partida

Momo & Turco - Jeep M606 -Motor Ford
Tico & Tiquita - Jeep M606 - Motor Hyundai
Romulo & notebook – Jeep Wrangler c/arb
Pepe Ferreiro & Alejandro – Jeep CJ5 - Motor Maxion c/arb
Mumu & Jorge - Unimog c/bloqueo original (fallaron vs veces)
Micha – MB GD240 – Motor Hyundai c/bloqueo original
Facundo & Alejandro – Defe 90 c/arb
Pepe (yo) & Chucky – Jeep CJ5 - Motor Ford

Si bien fuimos mas de los que pensábamos originalmente, se conformo un grupo de muchos pero buenos vehículos. Teníamos dudas del Unimog y del MB, uno por muy alto y otro por muy bajo, pero como leerán mas adelante solo fueron conjeturas.

No teníamos la seguridad de poder realizarlo. Varios habían intentado y no lo habían logrado. Sabíamos que algunos cordobeses salieron del avión y no llegaron porque se encontraron con una grieta impasable. Por otro lado Rómulo había llegado desde Merlo hasta un alambrado, que cuando lo quiso pasar lo echaron a cohetazos. Los guías habían hecho en moto un tercio del recorrido final, casi hasta el alambrado de Rómulo.

 

El primer día con un grado de dificultad medio, pero parejo y divertido, llegamos hasta el alambrado, el que según lo que opinaron los guías cruzamos en sentido norte. Anduvimos aproximadamente 2 horas y nos encontrábamos con que los pasos posibles nos tiraban al este, alejándonos del filo que era el objetivo y las grietas. Según el Ozi-Explorer, para ese lado eran cada vez mas difíciles.

Cumbre de participantes, y dada la hora, lo que decía el ozi, los guías, el hambre y el sueño, decidimos volver hasta la tranquera armar el campamento, explicarle a un cordero, tomarnos unos vinos y recuperar fuerzas para el día siguiente.

 

Volvimos hasta un puesto, y mientras se hacia el cordero, el animal de Chuquito con dos focos al mismo tiempo, empezó a sacar unas hamburguesas con panceta y huevo frito (nunca me voy a explicar con lo que rebotábamos en los jeep’s como llegaron los huevos sanos). Amagó una tormentita de lluvia que quedo en eso, solo un amago. Bueno y ahí lo de siempre, risas, comida, risas, bebida, risas, mas bebida, risas, empezaron a volcar uno a uno y nadie quedo tan fisurado como para no haber podido llegar a su carpa.

Amanecimos alrededor de las 7.00, desayunos de rigor, y aprox. A las 8.30 movimos. Un poco el recorrido salía de la tecnología, otro poco de los recuerdos de Rómulo y Pepe Ferreiro, algo de los guías, y aunque dé p´al gaste, olfato e intuición.

 

Lenta marcha, pero constante. El Ozi iba marcando como nos acercábamos al supuesto punto donde habían llegado los cordobeses. El grado de dificultad iba aumentando. El tamaño de las piedras afectaba el ángulo ventral, las inclinaciones laterales eran cada vez mas agudas, los mallines hacían perder tracción y algún que otro barro por las lluvias de esa semana, provocaba subidas sin demasiado control.

Al Uni lo jodía fundamentalmente, que no siempre le funcionaban los bloqueos, y esto implico usar el malacate cardánico. El MB era el de menor altura y pasaba por estos lugares a costa de zócalos y/o bajos. Pero ambos siempre pasaron.

Llegamos a un lugar, que pareció dar por finalizada la travesía. Se acabo el recorrido. Organizamos explorar en abanico, el cuatri por un lado, la moto por otro, Facu por otro, yo por otro, y el resto caminando. La traza mas probable era la que encontró el grupo que exploro caminando. No era fácil, había que tirarse a una grieta muy empinada (al Uni y al Pelapollo de Tico se le levantaron ambas ruedas traseras), y a mitad de picada, doblar a la izquierda, con una considerable inclinación lateral.

 

En mi caso me corto el cagómetro, cuando se levantaron las dos ruedas izquierdas amagando pasar a tracción bicho bolita y bajar rodando. Paré, me cambie los contains adultos, acomodamos con Chucky algunas piedras y logramos pasar. Luego los mas altos pasaron atados. A nuestro frente una nueva cima, y no sabíamos que había del otro lado. Acá lo que sentíamos era la incertidumbre de no saber que había del otro lado de la nueva cima, y la certeza que no podríamos volver a subir lo que habíamos bajado.

 

Subimos la nueva cima, y venia una tenue y larga bajada, y una subida. La mas larga que recorrí en la montaña con suelo de mallines, un manchón de piedras sueltas que había que esquivar y cierta inclinación lateral (esto lo descubrí una vez que la estaba subiendo, a simple vista parecía una subida franca, pero la montaña tiene esto… las apreciaciones cambian porque pocas veces estamos parados en plano).

Esta subida los mas livianos la pudimos hacer a medio torque (mi jeep llego a 95º de temperatura, cosa que no pasa ni en verano), y los mas pesados (gasoleros) a potencia dragón enojado. Llegamos a esa cima todos y sanos, excepto la moto, que empezó a perder potencia y levantar temperatura. Festejamos porque a partir de ahí, tanto los guías como rómulo nos decían que ya era fácil y conocido. Nos tomamos unos mates (serian las 17.00) y empezamos a soñar con llegar a yacanto, ducha reparadora, cena de las buenas, y una cama mullida.

 

Bien, las pelotas. Se pudrió todo. Por la ultima grieta que habíamos pasado, avanzaba una nube a los pedos. En menos de media hora estábamos en una cerrazón (ceyasón diría Lega), que nos daba una visibilidad de escasos 5 metros (de día), y nadie tenia la mas puta idea cual era el rumbo a seguir. Mientras debatíamos que hacer, algunos aprovechamos para encender celulares y llamar a familiares. En uno de esos llamados, nos enteramos de una noticia durísima.

Uno de los pioneros y mas queridos del grupo de amigos jeeperos, había tenido un accidente en la ruta camino a San Rafael y había fallecido su hija mayor. Esto a quienes somos amigos del Tano, nos partió, y a quienes ni lo conocían los afecto. Por un lado la impotencia de no poder acompañarlo, dada la situación en la que estábamos, por otro lado la angustia que genera cuando se altera la ley de vida, por otro lado la sensación de injusticia que genera el fallecimiento de una adolescente habiendo tanto joeputa vivo, y finalmente, y en lo personal, por algo que me paso hace unos meses, sentía como que alguien me dio un cachetazo, diciéndome: “ves imbécil, lo que es el dolor más fuerte, ves lo que es realmente grave”.

Había que remontar la angustia y dolor que sentíamos, ahí hubo 3 o 4 horas que no me queda muy en claro que paso, estábamos verdaderamente atribulados. Creo que los guías decían de parar, porque con la cerrazón es al pedo avanzar, y se gana muy poco y se arriesga mucho. Rómulo confiaba en el gps y el ozi, pero con tanta grieta es como jugar a la ruleta rusa.

La noche empeoro las condiciones. Hacia frio. Quienes viajábamos sin capota, empezamos a mojarnos con las gotas de adentro de la nube, y quienes viajaban cerrados tenían mas confort de marcha, pero menos visibilidad y oído. Las luces altas del vehículo que venia atrás, a escasos 5 metros ya se veían como reglamentarias. Encendimos balizas y nos veíamos mejor. La única manera de circular en caravana era paragolpe con paragolpe confiando en que la huella usada por el jeep líder fuera la correcta.

En varias oportunidades tuvimos que desandar lo andado, por haber llegado a obstáculos infranqueables. Varias veces se corto la caravana, los exploradores trataban de unirla nuevamente, muchas veces nos guiábamos mas por el oído que por la vista. Varias veces sentías que estabas bajando o subiendo algo, y no sabias hasta cuando tenias que acelerar y cuando empezar a frenar. Otras veces sentías el puente de caja, rozando con alguna piedra y no sabias si echar pa’tras o atropellar.

El tata Dios nos encerró entre un filo y un alambrado. No había posibilidad de retroceder, y cortando el alambrado no teníamos visibilidad para seguir. Decidimos parar a dormir. Nos reagrupamos, porque el suelo era de mallines y había escasos claros para armar carpas. Varios durmieron en los Jeeps y otros nos reagrupamos en menos carpas. Olvidarse del cordero. Ya llovía y estábamos muy cansados. Picoteamos algo, armamos precariamente las carpas, sin inflar colchones, y a tratar de dormir. Fue una noche muy larga, no por las condiciones en las que estábamos, sino por la noticia que habíamos tenido. Al día siguiente, los mas allegados al tano, nos confesamos no haber podido dormir, o haber llorado, o haber rezado.

Con las primeras luces del día, y sin la cerrazón, me llama Lega y me dice que habían estudiado la situación, y que no podíamos avanzar. Que no había salida. Que teníamos que volver. Lo hablamos con Rómulo y mi tocayo, y dedujimos que no nos daban los tiempos para desandar lo recorrido en dos días. Asimismo era casi imposible repechar la bajada del día anterior.

 

Romulin encendió la notebook, y los guías salieron a explorar al este. Rómulo había hablado con Porta en Rio Tercero, quien le había sugerido que busquemos unas pampitas al este. Con Romulo, Pepe Ferreiro, y Alejandro, salimos a caminar hacia el oeste y vemos a lo largo del tiempo que por filo teníamos una opción. Nos reagrupamos donde estaba el resto desayunando e informamos al resto que estábamos hasta las bolas. Era probable que no terminemos la travesía, que perdamos los pasajes y que retrasemos la vuelta a nuestros hogares. Había que ponerse las pilas en la exploración. Estábamos a escasos 8 km mal medidos en el gps para llegar al avión, pero si no encontrábamos forma de hacerlo, teníamos que volver a Merlo, no nos alcanzaba el tiempo, ni los víveres, ni el combustible.

 

Cuando llegaron los guías de explorar el este, venían convencidos que era la única alternativa. Que habían llegado a ver a lo lejos las antenas de la repetidora que queda a 2 Km. del avión. Acá primó la intuición, el olfato o el ojete, porque a pesar que coincidía con la propuesta del amigo Porta, los convencimos de explorar el oeste. Tardaron como una hora en regresar. Se los veía venir muy contentos. Y si. Finalmente habían encontrado lo que pudo haber sido unas marcas de una huella minera, y por ahí llegaron hasta un lugar donde se veía a lo lejos la cruz del avión.

No estábamos muy seguros de festejar, ya nos había pasado esto, de creer que ya estaba y otra vez perdernos. Así que sin gran alboroto empezamos a andar un parejo trial de 2 horas, que nos aproximaba cada vez mas al objetivo. Ya cuando faltaba cada vez menos canta flor el motor de la moto. La cagada a palos del día anterior, y una feroz recalentada, había soplado la junta de tapa. Era más fácil cargarla que arreglarla. Manos a la obra, redistribuimos la carga del UNI, desarmamos un poco la moto para que entre, y seguimos la marcha.

 

Finalmente llegamos. Sentimientos encontrados. La angustia de la noticia de Buenos Aires, la alegría de haber llegado, el cansancio de tres días de paliza, el respeto y bajón que genera visitar los restos del avión, el orgullo de de haber integrado ese grupo y la emoción de sentir todas esas cosas.

 


Luego algunas fotos y salimos hacia el camino de Yacanto Tres árboles. Divisamos a lo lejos un grupo de camionetas que venia hacia nosotros y por radio se presentan y nos felicitan por haberlo logrado. Entre ellos estaba Nestor de Rio Tercero con el defe amarillo, Pani con un cuatri y algunas otras caras conocidas de habernos cruzado en algún encuentro o en el 4x4 café.

 

Aprox a las 14.00 hs llegamos a Yacanto y en la parrilla de la plaza, nos hicimos el cordero que se había salvado la noche anterior, tomamos los vinos que quedaron, abrimos algunas botellitas de champagne, queso y dulce de postre y un breve descanso.

Después ya vino el enlace a Río cuarto a donde nos esperaba el mosquito y el micro a las 22.45. Cada uno llego a su casa entre las 6 y 6.30 de la mañana del martes. Como diría el Turco “alto fin de semana”, groso. Los jeeps llegaron antes que nosotros y ya están listos para la próxima.

Ahora una reflexión personal… banquenme.

Muchas veces me pregunto de donde proviene la pasión por esto que hacemos. Y en este viaje me parece haber encontrado un borrador de respuesta. Creo que muchos de los que nos encontramos en este foro y en alguno más, elegimos llevar una vida voluptuosa. Una vida marcada básicamente por los sentidos y los sentimientos. No suele haber reflexiones intelectuales o políticamente correctas o convenientemente religiosas o morales. Nos gusta andar con el instrumental de los sentidos a full de escala. Los más memorables relatos reflejan las cosas que fuimos sintiendo en cada viaje.

Se describen cosas simples a través de colores, sabores, paisajes, dolores, sensaciones, sentimientos, cansancio, lealtades, frío, sueño, calor, cultos a los amigos, olores, risas, amores, sonidos, tormentas, llantos, imágenes, pasiones, miedos, adrenalinas, ánimos, actitudes honorables, fraternidades. Y si no es así relean algún relato de Rubio, o Piri y sus personajes, o Cary o Raul de Misiones en su primer salida o Cacho de Viajeros o Nestor con sus amigos motoqueros o Nico Bello o el Emperador, u otros tantos que no recuerdo.

En la mayoría de los regresos de los viajes, cuando gente que no es del palo me pregunta como me fue, me limito a contestar “muy bien, muy lindo” y es porque no sé como poder describir todo lo que sentí. Lo mismo me pasa con las fotos, nunca vi una foto que me trasmita lo sentido, quizás me lo recuerde o me permita trazar una similitud, pero solo eso.

Hay muchos prejuicios con el off road. Y tienen su fundamento. En la actividad hay muchos snobistas, acomplejados de pito corto, figuretis, dueños de la pelota (foros), gente que quiere trascender por su imagen y no por su sentimiento. Están mas preocupados por los hp de sus motores, el tamaño de sus ruedas, el ploteo de sus chatas, las marcas de sus ropas o equipamientos. Es gente que esta mas preocupada por el precio de las cosas que por su valor. En este foro pasaron muchos de ellos, duran muy poco, no se sienten identificados y migran a foros monomarca o monoidiotez. Su estandarte es una foto pasando a fondo un charco de un circuito seguro o una sentado en el capot de su camioneta, vestido de plomero con sombrero tejano, chaleco de ¿fotógrafo?, obtenida en un pastito al costado de la panamericana Y gracias a que ellos existen, tenemos el marco de contraste que nos permite identificarnos.

Este viaje tuvo muchos sentimientos, y muy fuertes. Y esto es el sabor de nuestras vidas. Escribiendo este post pretendo trasmitirles lo sentido. No sé los grados de inclinación que subimos, ni a cuantos m.s.n.m. llegamos, ni la profundidad de las grietas que pasamos. Si les puedo decir que lo escribí con lagrimas en los ojos, o suspirando o riendo. Y de esta forma ratifico como quiero vivir mi vida. De esta forma elegimos ser protagonistas y no espectadores. Participes y no lectores de una biografía emocionante. En mis 45 años debo haber visto cientos de películas, y difícilmente recuerde muchas. En cambio, estos viajes son recuerdos imborrables, con lo lindo y lo feo, pero imborrables al fin. No voy a cambiar el rumbo, quiero mas de todo esto.

 

Pepe Comesaña
Pepe4x4@ciudad.com.ar


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